jueves, 6 de marzo de 2008
Rutina suburbana
Trabajar en una angosta calle de Madrid hace casi obligatorio el transporte urbano. En mi caso es el momento Zen del día, subo en la última o primera parada, según se vea y no tengo que hacer trasbordos hasta llegar al curro. Durante los 25 minutos de trayecto voy sentado y me puedo relajar porque sé que el teléfono permanecerá en silencio hasta mi destino, procuro equilibrar mi balanza de pagos espiritual pagando al Karma con la cesión del sitio a personas mayores o con niños, y visualizo a mi animal de la fuerza que dependiendo del día puede ser una ballena azul nadando libre en el océano o un topo prisionero en una maceta de tierra seca. Puedo leer, escribir o espiar los rostros de angustia del resto de pasajeros que como si fuesen ganado viajan indolentes al matadero. Todos con trajes clonados y ocupando los mismos sitios cada día, da igual la edad, todos se parecen tanto que tienes la sensación de conocerlos a todos, de poder predecir sus movimientos, sus gestos y sabes que música reproducen sus mp3. El estado de relax te permite observarlos con más precisión, decodificas sus expresiones y sabes que en ese momento no estás con ellos y si te dan a elegir entre la píldora roja o la azul de Matrix, no sabrías cual es la mejor, como dice Cifra: en la ignorancia está la felicidad.
El viaje finaliza con la salida al exterior, unas veces con la sensación que que han pasado siglos y otras unos minutos fugaces. Hoy tomo dos píldoras azules con el café, el dulzor de la rutina me deja en un estado ebrio y anodino, preparado para terminar el día, y mañana... NI PUTA IDEA.
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2 comentarios:
después de ir y venir todos los días los conocidos son mi familia de la EMT, y cuando falta alguno de los habituales lo noto, aunq no se quien exactamente....y mañana?pues será todo más estupendo porque por fin llego el viernes!
cierto es. Por fin viernes.
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