No podría expresar con palabras la alegría que me produce la llegada escalonada de todos los que han tenido vacaciones, esas miradas vacías que se pierden en el horizonte de la pared de la oficina me llena de gozo, soy el único que no está deprimido, pero es lo que tiene no irse de veraneo y quedarse currando, como dice madre, que es sabia: "el que no se consuela es porque no quiere".
Este año la vuelta al cole va a ser un poquito más cara que la de otros años, ya que unos amigos de lo ajeno consideraron que ya era hora de ayudarnos a tomar la decisión de cambiar de ordenadores (o el empujoncito). Estoy de acuerdo en que el robo puede que no sea la mejor manera de incentivar al personal, pero considero que hay terapias mucho más peligrosas que se aplican a diario. Por lo que los señores que se llevaron todos los ordenadores (supongo que serán embajadores de UNICEF y que donarán todo a los más desfavorecidos) nos han ayudado con esa especie de terapia de choque, y les deseo paz, amor y una vida llena de alegrías que puedan compartir al rededor de una mesa junto con los seres queridos. Somos pro activos y espero que sean abducidos por la única especie sodomita de extraterrestres que porten un lujurioso trozo de carne verde de 550 gramos cabeza a parte, con la que darles placer hasta que sean empalados entre gritos de amor y desenfreno (si es posible que lo graben en DVD y que lo vean los familiares sentados al rededor de la mesa, comentando las mejores jugadas).
viernes, 24 de agosto de 2007
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